7 de septiembre de 2008

Vivir con la abuela: Compromisos ineludibles (I)

Desde que naciste viviste con tu abuela, primero en un apartamento en Caracas, tu ciudad natal, luego en otro al este de otra ciudad, hasta los cuatro años, cuando te mudaste -junto con ella- a la casa de tu bisabuela (Q.E.P.D.). Casa propia (de tu abuela), en compañía de mamá y papá. Sin que lo escogieras nace tu primito, tus tíos trabajan, tus papás también trabajan y aún no tienes edad de ir al colegio. Llega tu primito para que lo cuide, ¿quién más?, tu abuela. De repente tienes algo parecido a un hermano (a los ojos de tus papás y tíos) que realmente para ti es alguien que nunca quiere ser el Ken, que organiza los más nefastos desfiles para las Barbies, que las viste y peina muy feo, y que además te quita la atención de los mayores, quienes en algún momento no se ríen más de tu jueguito de dar vueltas con los brazos abiertos. De hecho, nadie se da cuenta que un día te caes y te sale un chichón. Sólo tu abuela, profesional autodeclarada de la medicina naturista, que te pone una buena cantidad de mantequilla con azúcar en la contusión. Ella cree que eso te cura, pero no, simplemente te distraes comiéndote la sabrosa mezcla con sabor a galleta que tienes en la frente. Vuelve a doler cuando se acaba. No lloras porque no vale la pena. Pasan unos años, vas al colegio. Después de un año de absoluta libertad inscriben a tu primito estorbo en el mismo colegio. Él entra a tus clases, hasta dibuja a tu lado. Todos tus amiguitos le ponen el mismo apodo que a ti, en su forma masculina (por ejemplo: si te llamas María y te dicen Mari, a él le llaman Mario; si te llamas Mariela y te dicen Maggy, le dicen Mayo, etc.). Él le responde a todos con un muy infantil y afeminado, pero claro
-"Dios te va a castigar..."
Tú te haces la loca, prefieres aprovechar que eres la única que lees y escribes en el salón para firmar los trabajos de tus compañeritos (hasta que te canses de enlazar símbolos raros que juntos forman palabras, y simplemente escribes tu nombre en los trabajos restantes) y así seguir desarrollando tus capacidades de estafa y tracalería, mientras recolectas fondos para comprar helados en secreto por la pared de colmena del patio que da hacia la calle, haciendo un preámbulo de lo que hoy llamas
obesidad moderada. Al año siguiente sigues viviendo con tu abuela, aguantándote la presencia de tu primo en días feriados, fines de semana y vacaciones. Te inscriben en un colegio de monjas para niñas a estudiar el primer grado. Lo que no sabes es que ahí estudiarás los 11 años que restan para terminar la primaria y la secundaria. Hay algo que tampoco sabes, y cuando te enteras no te gusta saber: el preescolar es la única etapa del colegio que es mixta e inscriben a tu primo, el mismo del que te creías escapada. Un tiempo después está lista una torta que se venía horneando desde unos meses atrás. Locura.
(Continuará...)

4 comentarios:

Chesco dijo...

Holaaa!!

Gracias por pasarse por mi blog!

Qué cosas dicen con mamarrachadas... lo que he leido me ha encantado, esta entrada en particular.

Esperaré con ansias la segunda parte, se han ganado un lector nuevo =)

Saludos desde Caracas!! <3 (aunque en realidad, ahorita desde Maracay jeje )

Verónica Tapia dijo...

Aja aja espero la continuación.. :P
estudiaste en escuela de monjas? perrrrooo XO

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el articulo, felicitaciones desde Colombia!

Anónimo dijo...

Buen articulo, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)