(Por Maggy)
Definitivamente salir juntas es muy divertido.
Esta mañana nos encontramos para hacer algunas cositas en la universidad y en la espera de la clase de inglés que nunca se dio, estuvimos tonteando con la cámara. No logramos buenas tomas, pero algunas son realmente entretenidas para nosotras.
Hoy descubrí que andar juntas es una de mis cosas favoritas. Ayer también pasamos juntas todo el día, y a pesar de que lo más productivo que hicimos fue comer cotufas (para gente de otros lados, cotufas son pochoclos, pipocas, palomitas de maíz, etc.) clásicas, con jalapeño y agridulces, acompañadas con Coca-Cola Light, la pasamos de maravilla.
Hablando con Eduardo (para los que no lo conocen, Eduardo es mi novio, brasilero de nacimiento y residencia), llegué a la conclusión de que con el paso de los años, pasar tiempo libre con los amigos se va haciendo una necesidad obligatoria, un ritual que se va contaminando con la presión de ser adultos y que si no sabes separar la vida de grande con la inocencia e intensidad de ser joven, mucho se echa a perder.
Me di cuenta que en algunos meses no tendré el tiempo para pasar días enteros de ocio y descontrol con mis amigas, que además de ello la distancia geográfica que nos separará no me permitirá estar con ellas en cuerpo. Aprendí que pronto seré grande, con responsabilidades y prioridades de grande, y que cada segundo debe ser aprovechado, porque ninguno es igual, todos son únicos, irrepetibles.
Gracias a los míos por hacer de cada minuto de mi vida tiempo que ha valido la pena vivir.